viernes, 30 de enero de 2015

El hombre común es un bobo

Del libro de Kart lowith:"La fatalidad del progreso"
Hegel llama PROGRESO al desarrollo de la libertad del espíritu que se desarrolla en el mundo.
Ambas cosas, Evolución y Progreso, nos definirían como humanos, racionales, pensantes, creativos, ambiciosos. Una especie, por ello, superior.

El progreso es, pues, un movimiento del devenir hacia algo futuro; pero no todo devenir ni toda evolución son progreso. Este devenir natural y devenir otro, sin embargo, no prosigue sin cesar hacia nuevos y nuevos cambios.

El hombre es alguien que llega al ser que le es propio a través del devenir. Sin embargo, el progreso en la evolución individual de cada ser humano y en los cambios generales de la historia humana no muestra una culminación natural. Nunca llega a la meta, siempre avanza y no se vislumbra el final.

La característica de historia humana es el hecho de que el hombre no deja la naturaleza tal como es: cultiva la tierra y por tanto la desnaturaliza, y domestica a los animales salvajes. Todo progreso es en su origen un progreso en la apropiación de la naturaleza a través de la cual el ser humano la hace suya. La cultura occidental a partir del mandato bíblico se aleja de la naturaleza, la prostituye, la usa, total este es el reino de Satán. Pues el paso que va más allá y se aleja de la naturaleza forma parte desde el inicio de la cultura occidental. Y cuando estos progresos en el cultivo de la naturaleza llegan a su meta y alcanzan un final relativo, se habla de culminación o de perfeccción.


Las capacidades humanas occidentales estan sometida al Progeso, definido como el móvil para obtener más y más. Ellos se rigen por la avidez.
Pero la avidez no necesariamente es material. Podría decirse que la avidez material es la más baja posible.  Le continúan en escala progresiva, la avidez sexual, la videz por el desarrollo personal, la videz afectiva, la avidez expresiva, la avidez por el conocimiento, y la avidez trascendente.
Desde que el mandato bíblico inicia su influencia desde hace unos 5.000 años, era previsible que al final iba a derivar en este descarnado sistema económico y financiero, que alcanza su plenitud en esta era del perfecto absurdo.

Incluso quien ya no cree en el progreso y considera la fe en éste una suerte de fundamentalismo, no cesa de utilizar los progresos concretos y no puede prescindir ni sustraerse a ellos.

Historia de la Idea de Progreso: 
La idea del progreso se refirió inicialmente a los progresos en las ciencias y las artes, y la palabra progreso siempre se usaba en plural.
En la idea norteamericana de progreso sigue predominando el positivismo científico de A. Comte; en la rusa, encambio el marxismo como socialismo científico. Ambas coinciden en la voluntad positiva y científica de progreso y en la fe en la posibilidad de crear un mundo mejor. La valoración positiva del progreso que se generalizo desde 1.830 en norteamericana, desde el comienzo de la industrialización, pues no había nada tan evidente como el progreso en el incremento del bienestar y la seguridad social, en la lucha contra las epidemias, las enfermedades y la mortandad prematura, en la extensión del saber y la cultura por medio de la escolarización obligatoria, los diarios y las revistas. Dentro de este amplísimo campo que comprende la educación y la economía, el progreso no es, pues, una ideología vacua  ni una ilusión, sino un hecho histórico de primerísima categoria. El comunismo es otra versión del PROGRESISMO, una suerte de religión secular del progreso. El progreso en sí desmesuarado e insaciable, pues cuanto más alcanza, más exige, por lo que se ve que azuza un instinto humano que correspondería más bien reprimir y reorientar que avivar.

El progreso del que se puede hablar con sentido porque es un hecho universal no está ligado a una ciencia cualquiera, sino a una muy concreta: las ciencias naturales que surgieron en el s. XVII, que hasta el XIX se consideraron la única ciencia propiamente dicha.
Este materialismo histórico o idealismo o, en general, "historicismo" se basa en la experiencia de la Revolución Francesa, es decir, en la experiencia que el ser humano se puede situar sobre la cabeza y transformarl el mundo según su voluntad. La Historia ha pasado a convertirse en el problemas más urgente, grande y apremiante, y ha ocupado un primer plano en el siglo pasado porque la tecnología científica, incluida la bélica, se ha modificada de manera progresiva y a una velocidad también progresiva.
La tecnología científica ya se anuncia en Roger Bacon. Tanto la magia como las ciencias naturales matemáticas tienen la misión de manipular las fuerzas de la naturaleza y de ponerlas al servicio del ser humano y convertirlo en superpoderoso.
El siglo XV, Cristobal Colón llegaría a las indias orientales por vía marítima, basándose en ciertos argumentos de Roger Bacon y en la profecía de Isaias, que vaticinaba un nuevo cielo y una nueva tierra.
Un siglo más tarde el filosofo Francis Bacon redactó la utopia NOVA ATLANTIS. El lema de su proyecto era: Ciencia y Potencia en igual coincidencia.

Cuanto más se sabe, tanto más se progresa en el dominio de la naturaleza. Definió con esta lema la clave de la evolución que caracteriza la Edad Moderna. La ciencia sólo es parcialmente teórico-especulativa y Bacon exigía que fuera cada vez más práctico-operativa para que sierviera al reino del hombre. El ser humano transforma la naturalez a través de la ciencia para cambiar el mundo en el sentido de una progresiva mejora para sí.
Esta ciencia operativa proyecta por Bacon se convirtió en el siglo XVII en una ciencia matemática autónoma por obra de Descartes, Galileo y Newton. Lo esencial de esta época es la emancipación definitiva de las ciencias naturales matemáticas, es decir, su separación de todo cuanto no puede determinarse de forma mecánica y cuantitativa o sea, en definitiva, el alejamiento de las ciencias naturales de la vida del cosmos y de todas las cuestiones teológicas y morales. En ese momento el mundo natural pasa de interlocutor a objeto, un objeto que puede manipularse mediante el cálculo y el experimento para los fines prácticos humanos.
Kant reconocio la conquista del mundo por parte de las ciencias objetivantes, pero comprendió que estas ciencias no eran vinculantes para todos los fenómenos de la vida. Por tanto, no situó el ámbito propiamente humano sobre el saber teórico de las ciencias, sino sobre postulados morales.

El éxito aparente de esta civilización

La mayor desgracia de este desarrollo progresivo reside precisamente en aquello que en apariencia lo justifica: su enorme éxito.
De la cinética de los gases a la máquina de vapor, de la teoría cuántica a la fisión del átomo, cada logro parece un triunfo y los países corren para ser los primeros en poseer instalaciones industriales y comunicaciones,  incrementar la población yel PBI.
Debido a los enormes éxitos del progreso científico, el físico ocupa ahora el lugar del teólogo: el progreso planificable ha asumido la función de la providencia. El opitimismo del progreso de otros tiempos ha sido sustituido por el fatalismo del progreso. Dos guerras mundiales han conmocionado la seguridad de la humanidad en sí misma y han hecho tomar conciencia de que en medio de la planificación racional y la transparencia propias del supermundo técnico se desencadenan ciertos procesos inevitables.
Paralelamente a esta progresiva evolución científica se produce la progresiva transformación y disolución de los antiguos  moderadosres en lo religioso, moral, social y político.
No obstante, comprendemos que se necesitan actuaciones especiales y radicales para no sucumbir a las fuerzas productivas que se han desencadenado. De esta manera surgió hace ya un siglo el problema central que Marx planteó bajo el título de alienación. La era del aprovechamiento de las fuerzas naturles por medio de las ciencias tecnológicas que empieza ahora es la era atómica.
Estamos puesto en el dilema entre progreso y destrucción. Una siniestra coincidencia entre fatalismo y voluntad de progreso caracteriza ahora todo el pensamiento relativo a la continuidad de la historia. Nos han dcondenado al progreso y éste se ha vuelto nuestra fatalidad.
La pregunta que se plantea es la siguiente: ¿existe todavía para nosotros una instancia que pueda limitar el progreso en sí desmesurado o es inevitable que el ser humano haga todo cuanto puede hacer? Existe todavía un crieterio de la libertad para todo y para nada?

Y nosotros mismos situados en el final de esta historia originaria, en un final que llamamos el comienzo de la era atómica, estamos tan liberados como encadenados por nuestro ingenio. El optimismo del progreso propio de los siglos XVII y XiX no previó la posibilidad de que la liberación pudiera encadenar. Y así como Comte creyó prever hace cien años que el progreso de las ciencias y de la industria imposibilitaría las grandes guerras destructivas en el futuro, ahora lo vemos al revés y hemos pasado de optimistas del progreso a fatalistas. El propio progreso progresa de manera imparable, ya no podemos deternernolo ni invertir su marcha, lo cual arroja una extraña luz sobre la tesis hegeliana, según la cual la historia sería una historia de progresiva libertad.

Lo sano, lo equilibrado, lo realmente avanzado, es manifestar un temor sagrado a cualquier intervención humana en los poderes de la naturaleza, tal como alcanzaron las altísimas culturas  antiguas.

El dilema del Progreso
Se vive en una mezcla entre la admiración por los progresos técnicos y el miedo a los propios éxitos. Se experimenta sin contemplaciones, se calcula todo cuanto puede calcularse, y se hace todo cuanto puede hacerse.

Quemar la Biblia

Mientras no revisemos toda nuestra relación con el mundo y por tanto también con el tiempo; mientras supongamos que la naturaleza es una obra de Dios entregada al hombre (en consonancia con la historia bíblica de la creación y con los fundadores cristianos de las ciencias naturales modernas), no puede preverse cambio alguno en el dilema del progreso.
La conciencia histórica moderna se caracteriza por vivir totalmente del futuro y por consiguiente, en un estado de temor y esperanza por el futuro.


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